Meses pasaron y por fin llegó el 5 de octubre. Bajo un clima perfecto, el Parque Bicentenario recibió a los más de 20,000 asistentes que con outfits trasngresores, maquillaje neón y glitter, se movían entre los escenarios SónarClub, SónarLab y SónarDome, listos para disfrutar de una selección musical variada que fue desde el trap, jazz hasta techno de primer nivel.
La visión revolucionaria de Sónar tomó un asiento dentro de la industria de festivales en México que se encontraba vacío, no sólo por la fusión de arte, música y tecnología, también por la inclusión de mujeres en el line up y la suma de talento latino y emergente que necesita formar parte de plataformas de este nivel.
Uno de los artistas en agradecer este espacio fue Jesse Baez, quien aprovechó el micrófono para expresar su agradecimiento al público latino y a México, uno de los países que ha impulsado su carrera.
Antes de caer la noche, los actos alternativos de Kidd Keo y la banda de jazz canadiense BadBadNotGood, refrescaban los oídos al caer la tarde y nos preparaban para entrar de lleno en materia electrónica. Después llegó George Fitzgerald que con su estilo único que fusiona, house, garage y techno, característico de su fuerte influencia de Berlín, resultó en uno de los sets más mágicos y memorables de la noche.
Gran parte del público esperaba con ansias la presencia de Charlotte de Witte, quien recién llegada de su presentación en Guadalajara encendió las primeras horas de la madrugada con su incomparable estilo. Aunque mucho se comentó que se esperaba un set mucho más dimensional por parte de la DJ belga; esta mujer se está consolidando cómo una de las caras femeninas más relevantes en el techno y no nos queda duda del por qué.
El cierre del festival estuvo a cargo de otro nombre fuerte dentro de la escena y fue con visuales abstractos y luces que Ritche Hawtin nos envolvió en una atmósfera de techno oscuro dentro de la carpa SónarClub, haciendo de su set toda una experiencia audiovisual y una hora y media de baile que se sintió cómo 5 minutos.
Este debut de Sónar fue una inyección de frescura a la oferta de festivales en México y en mis palabras solo cabe decir: “estuvo de alto impacto”.
Álbum de fotos por Carlos Cabrera.