La tecnología, las redes sociales, el internet y muchos otros factores empezaron a influir de manera directa en nuestra vida día a día, todo es “más fácil” desde hace unos 10/15 años para acá en términos de comunicación, sin embargo también ayudó a una industria que estaba algo estancada, la musical, pero así como la ayudó, inconscientemente empezó a cavar su tumba.
No, la industria NO está muerta, por el contrario, está más viva que nunca y no solo en el género electrónico, muchos géneros surgieron gracias a esta demanda que empezó a irse a la alza, sin embargo existiendo esta maravillosa y tan ansiada “inmediatez”, como por ejemplo la actual demanda por plataformas como Netflix, Amazon, Spotify, etc. Lo interesante es que éste último sería un epítome para la aceleración de la industria musical en todos sus niveles y géneros.
Antes, un artista podía vivir con un álbum alrededor de 2 a 4 años sin sacar algo al mercado y funcionaba “bien” por decirlo así, promoción, tours, versiones extendidas de ese mismo material, luego algo en vivo y un break para lanzar otro disco. Pues gracias a esta inmediatez, todo cambió, ahora hasta es raro ver que un artista esté con ganas de lanzar algo más largo que un EP, puede vivir un par de años lanzando sencillos y dándoles promoción, para después hacer de ese álbum algo así como un producto compilatorio.
Todo muy bien, pero ¿a qué costo?, esa es la respuesta más sencilla de todas, calidad. Sí, leíste bien, gracias a lo acelerado que vivimos hoy en día y en el afán (justificado) de los artistas de mantenerse vigentes, empezaron a lanzar muchos tracks en un período de tiempo bastante corto, en algunas ocasiones hasta “canibalizando” su propio trabajo y no permitiéndose explotar su talento y el de las personas que están detrás de ellos.
¿No te parece raro que ahora hay más aristas “one hit wonder”? Esto también se debe a que pueden volverse poco relevantes después del éxito por no cumplir con “las nuevas normas”, eso de tener redes sociales 100% activas y con buen engagement por resumirlo en algo rápido.
Varios artistas que crean desde cero su arte, son los que se ven bastante afectados por este tema, dando pie a que nazcan las colaboraciones, pues no pueden enfocar el 100% de atención a un solo proyecto, cubriendo esos puntos ciegos con la ayuda de otros, saliendo de la música electrónica, yéndonos al pop o al género urbano, esto no es un tema, pues son intérpretes y la parte de producción se vuelve algo así como un rompecabezas, en donde se recargan en un productor con varios hits en su haber, para asegurar el éxito.
Claro que hay un buen punto a favor de esta nueva forma, la propia inmediatez, pues en alguna ocasión Armin van Buuren comentó que se le ocurrió crear “Ping Pong”, metiéndose al estudio y en 4 horas terminó el track para después lanzarlo y volverse un track que se escuchaba en todos lados y adaptado a varios géneros; eso exactamente puede ser algo bueno, que la idea que tienen es la que está afuera en el mercado, no pasan largos tiempos y tediosos procesos de disqueras, que, cuando salen ya están “fuera de la onda” que tenían en ese momento.
Un ejemplo dentro de la industria del EDM hace unos años fueron David Guetta y Hardwell en el apogeo del Big Room, pues empezaron a crear demasiadas colaboraciones que acabaron en resultados mediocres en cuanto a producción se refiere en algunos casos y en otros que tenían un grado más complejo de producción, gracias a esa necesidad de sacar tracks a la brevedad, pasaron desapercibidos sin haber tenido un ciclo de vida correcto.
Resumamos, hoy en día la exigencia que como fans ponemos sobre los artistas que escuchamos, puede no ser tan buena, pues los orillamos a que creen cosas que en muchos casos no están al 100% convencidos de sacar o hacer y todo por no perder relevancia, llevándolos contradictoriamente a perderla.